Esto no va de logotipos. Va de confianza.
Aquí no venimos a hablar de colores pastel ni de tipografías cuquis. Tu marca personal no es un dibujito bonito en la cabecera. Es cómo te perciben. Es lo que una persona siente cuando te encuentra por primera vez en Instagram, o entra en tu web buscando ayuda.
Y si no hay conexión, si no le generas confianza en segundos, se va con otra. Y no vuelve.
1. La claridad: di quién eres y a quién ayudas
Parece obvio, pero no lo es. Muchas psicólogas tienen webs o perfiles donde no se entiende nada. Ni lo que hacen. Ni a quién se dirigen. Ni cómo pueden ayudarte.
Si tienes que explicar tres veces lo que haces, algo falla. Tu mensaje tiene que ser claro como el agua. “Soy psicóloga especializada en ansiedad en mujeres que se sienten desbordadas.” Así, sin rodeos. Quien lea eso tiene que pensar: “Esto es para mí”.
2. La coherencia: todo lo que haces comunica
No vale con tener una web mona si luego tus redes parecen un mercadillo. No vale con cuidar tu bio si luego tu forma de escribir suena fría, distante o copiada de una plantilla.
Tu marca personal eres tú. En todas partes. Lo que dices, cómo lo dices, las palabras que eliges, las imágenes que compartes. Todo suma o resta. Y si no hay coherencia, la gente no confía.
3. La conexión: no eres una marca. Eres una persona.
Las personas no conectan con tecnicismos. Conectan con historias, con emociones, con verdades dichas sin maquillaje.
Si muestras quién eres, si hablas como tú, si compartes desde lo real… te van a recordar. Y cuando necesiten ayuda, pensarán en ti.
¿Y ahora qué?
Revisa tu web. Revisa tu Instagram. Pregúntate: ¿Estoy siendo clara? ¿Se nota que soy yo? ¿Estoy generando confianza?